Alrededor de las 11:49 horas se pactó la cita. Hice un llamada a mis autoridades sanguíneas para descartar cualquier versión extraoficial sobre dónde me encontraba y qué hacía.
Cumplido el trámite de la formalidad colgué el teléfono y regresé a la pista. Adentro ya sonaba la música y la vieja bola de espejos que proyecta luces de colores como en los 80 ahora lo hacía en pleno siglo 21.
Al cruzar la puerta cantinera de madera alguien que con quien iba se quedó afuera, pero otro se coló junto conmigo.
Media noche. Manos arriba, música pop, charanga, salsa, y al cabo de un rato quien entró conmigo se sentó frente a mí. Me retó: "vienes a divertirte, hazlo", me gritó. Lo hice.
Más tarde, frente al espejo del baño, ya con el sudor mojando mi torso, miré a quien se reflejaba en él.
-Mucho gusto, saludé como me caracteríza
-¿Quién eres?, pregunté
-Soy tu.
- ¿Ah caray? Pues como no te conocí antes, a la pista...
Y al llegar a la pista sonaron Las Campanas del amor.
(Inicio de una crónica de Caifán)
El Lado B de... Nelson Vargas
Hace 13 años
1 comentario:
¡Dos blogs y yo sin saberlo! Chale, sí que debo ser una mala persona, jajajajajajajaja.
Bienvenido al vecindario de blogspot. Te mando un abrazo.
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