"Yo nunca me he deprimido", afirmaba a mis 20 años. Mis amigos quedaban sorprendidos de tal aseveración pues ellos ya tenían en su haber dos que tres melancolías crónicas o en ese instante padecían alguna.
Pero era cierto, yo no sabía qué era estar sin ánimo, sin apetito, profundamente triste o a ratos alegre, es decir, deprimido. Los neutransmisores en mi cerebro fluían en las cantidades adecuadas.
Ayer una amiga me dijo: "seguro estás deprimido porque ya tienes los cinco votos". Su sentencia me sorprendió y me hizo pensar si era cierto. Llegué a la conclusión de que no lo estoy aunque eso me llevó a pensar qué tengo, qué me pasa pues si dijo eso es por algo.
Luego de darle vuelta a mis ideas llegué a la conclusión de que no estoy deprimido sino que luego de una espera de año y medio para tener en mi mano esos cinco votos, el obtenerlos en el transcurso de un fin de semana me dejó consternado.
Sí me la creo pero no lo asimilo. Tengo la alegría contenida pero no encuentro cómo sacarla. Las soluciones que vislumbro son: salir a caminar y perderme entre las calles de la Centro Histórico o ponerme a pulir y enserar mis muebles de madera.
Creo que elegiré la primera aprovechando que mañana es la XXX Marcha gay... y todas las preferencias sexuales que se sumen. Así, cumpliré mi objetivo de terminar de asimilar esta alegría por tener la venia de 5 desconocidos que me impusieron y me mantuvieron al borde de la depresión por año y medio y, de paso, recuerdo la primera vez que acudí a esta manifestación de libertad y relajo hace ya un año marchando de El Ángel al Zócalo.
El Lado B de... Nelson Vargas
Hace 13 años
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