Si bien a mis 20 años afirmaba que no me había deprimido no podía decir lo mismo sobre el sentimiento de enojo. A esa edad y desde pequeño como hasta ahora he de asumir que soy un enojón.
En este momento lo estoy porque Alic no me contestó el último mensaje que le mandé por celular para pedirle que me confirmara si lo vería ayer viernes o se iría a Cuernavaca. Ni siquiera le hice dramas porque había la posibilidad de no vernos, sólo quería saber qué haría con sus amigos para contemplarlo o no en mis planes.
Pues son las 00:30 horas y el mensaje no llegó.
Entiendo que el amor de Penélope la dejara plantada en la estación del tren sentada con su vestido de domingo y sus zapatitos de tacón, canta Serrat, pues no había celulares ni Internet pero hoy es el colmo que me dejen esperando con mis pantalones de sábado y mi playera morada de viernes.
En fin, el enojo ya va cediendo pero ahora no tengo sueño, no hay nada en la televisión con que intoxicarme y no tengo libros nuevos que leer.
Ya les contaré si recibí el sms.
El Lado B de... Nelson Vargas
Hace 13 años
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